Hola a todos, vuelvo a ser yo, la sumisa soñadora. Aquí
tenéis la segunda parte de mi relato, espero que la disfrutéis mucho.
Allí estaba yo, de pie en el centro de aquel gran baño, con
unas raras ropas en la mano, aturdida y mareada por la inanición.. la ropa que
me había dado era.. ¿inusual? Habría esperado cualquier cosa, hasta un disfraz
de conejita.. pero ¿eso?. Me vestí lentamente y miré el resultado en el espejo..
estaba realmente preciosa.. era un vestido de época, con un bonito corpiño
bordado, de amplio escote cuadrado y una de esas faldas que llegaba hasta el
suelo, llena de bordados también. Parecía una princesa.. ese tío estaba
realmente loco.. Salí al pasillo y miré de reojo la puerta cerrada al otro
lado.. ¿para qué intentarlo? Yo misma le había visto cerrarla con llave, no me
daría tiempo a intentar abrirla.. y la comida olía tan bien.. creí que lo peor
ya había pasado así que me dirigí al otro lado, a la luz al final del pasillo,
dónde Néstor me esperaba sentado a la mesa. Su voz resonó en el oscuro pasillo:
-"De rodillas, perrita. Ven a mi lado, y deprisa, odio que se
me enfríe la comida"
Me arrodillé y fui a gatas hasta su lado. Flipé con lo que vi
allí. Era un inmenso comedor.. ¡ese tipo tenía una casa bajo el suelo de su
plantación! Estaba decorado al estilo de mis ropajes.. había telas granates
colgando de las paredes, había cojines dorados en los sofás, también vi un
extraño y rudimentario aparato a un lado, era lo único que desentonaba en
aquella habitación de princesa de cuento de hadas..
-"Muy bien nena, te estas portando bien. Sigue así y la vida
será mucho más sencilla para ti. Ahora tienes que agradecerme que te dé de
comer.. ven bajo la mesa, perrita". Gateé hacia allí y me quedé de rodillas
frente a su inmenso rabo, ya erguido. Cuando vi lo que pretendía empecé a
sollozar de nuevo..
-"Por favor déjame ir.. no le contaré nada a nadie.. por
favor…"
-"No se si es que eres tan tonta que no puedes recordar una
simple norma o si te gusta tanto que te pegue que me lo pides a gritos"
Volví a reprimir mi llanto, mirando al suelo y odiándole con
toda mi alma.. ¡maldito hijo de perra bastardo! Odiándole, asqueada, humillada,
muy hambrienta y con la moral ya totalmente hundida.. cogí su pene por la base y
empecé a frotar arriba y abajo sin pensar en qué estaba haciendo.
"¿Qué coño estás haciendo zorra? ¿Crees que me voy a
contentar con una paja de mierda? Ya estás abriendo esa boquita y prepárate para
hacer una de las mejores mamadas de tu vida, por que si no me satisfaces, te
mataré, ¿esta claro?" Y dicho esto noté una presión en la coronilla.. algo muy
frío.. ¡Una pistola! Eso ya me superó.. ¿realmente sería capaz de matarme? No se
porque, pero algo en sus ojos me hizo creer que si, que si no le servía para sus
propósitos me mataría, enterraría mi cuerpo en sus tierras y allí acabaría mi
historia.. ¿Qué había hecho yo para merecer esto? Y lo que es peor.. ¿Qué otra
salida me quedaba?
Abrí la boca y me introduje lentamente su miembro en mi boca.
El olor a comida me había hecho salivar involuntariamente, así que el tronco
quedó bien lubricado. Subía y bajaba, procurando no tocar con los dientes, no
hacer nada que le pudiera enfurecer.. yo seguía con el cañón de la pistola
apoyado en mi cabeza.. sorbí, chupé, lamí.. cuanto más rato pasaba más me
concentraba en lo que estaba haciendo.. córrete ya.. córrete ya.. pensaba. Pero
él aguantaba. Le lamí los huevos, me la metí de nuevo entre los labios, la
acaricié, succioné.. le estaba haciendo una mamada como nunca antes la había
hecho a nadie.. nunca antes mi vida había dependido de ello. Por suerte él
parecía estar limpio, no olía mal, eso me lo hizo más fácil, aunque no menos
asqueroso… así pasó un buen rato, me empezaba a doler el cuello, y la mandíbula,
cuando de pronto se levantó y empezó a embestirme, dejando mi cabeza aprisionada
entre el canto de la mesa y él mismo; sus golpes eran tremendos, gruñidos de
placer resbalaban por su boca, apretó con más fuerza la pistola en mi sien.. me
quedé quieta.. casi ni me atrevía a respirar.. dejé la boca bien abierta para
que no hubiese más problemas.. agudos gemidos.. y un último empujón.. su leche
empezó a salir a chorros, me dio en la garganta, tenía sus huevos pegados a mi
barbilla.. tragué su amargo semen, intentando no ahogarme con él ni con mis
arcadas. Conseguí controlarme y le seguí mamando la polla cuando se volvió a
sentar, hasta que él terminó de comer y puso mi plato en el suelo.
-"Muy bien dulce perrita, aquí tienes tu recompensa"
Me lancé literalmente sobre aquel plato que contenía alguna
especie de carne estofada. Lo devoré con las manos y relamí el plato cuando
acabé. Una extraña y deplorable sensación de gratitud nació en mi interior.. él
había apaciguado mi hambre.. pero a qué precio.. humillada y agradecida, vaya
mezcla.
-"Y ahora ven conmigo, es hora de empezar tus clases"
¿Clases de qué? ¿Qué nueva locura se le había ocurrido a
Néstor? Le seguí donde estaba la extraña máquina que había visto al entrar en la
habitación. Más de cerca pude apreciar algunos detalles.. parecía la estructura
de una portería de fútbol, pero más pequeña, con arneses y cuerdas y una base de
madera.
-"Es hora de que me muestres tu respeto y sumisión. Átate tú
misma aquí"
Subí a la plataforma de madera y até uno de mis tobillos a
uno de los palos verticales, y abriendo las piernas bastante até mi otro pie en
el otro palo. Sobre mí, en el palo transversal, había dos correas más, sujeté
una a la mano, pero con la otra ya no podía. Néstor se me acercó mucho y acabó
de atarme, sin apartar la mirada de mí, con aquella eterna sonrisita en los
labios.. empezó a acariciarme la cara, me besó en la boca.. suave, lentamente..
y se apartó, quedándose frente a mí, observándome. Humillándome una vez más.
Luego se puso de espaldas a mí, cogió algo y se giró, enseñándome la bola
amordazadora que me había puesto la otra vez. Le miré con pánico, esa bola casi
me ahoga, era demasiado grande..
-"¿Voy a necesitar usar esto o serás una buena niña y estarás
calladita?"
-"Estaré callada, mi Amo" dije con la vista fija en el suelo.
-"Muy bien, más te vale que sea así"- Dejó la bola en la mesa
y cogió un par de cosas más. Mientras venía hacia mi me fijé en él, en su
cuerpo. Era grande, no de gordo, sino fornido, con buenos brazos y piernas.
Tenía el torso moreno, sin vello. Seguí subiendo y me encontré de nuevo con su
mirada, esos ojos de un azul intenso, en contraste con su pelo negro, como el
cielo en una tormenta de verano. Con ese eterno brillo de auténtica maldad..
tuve que apartar la vista. Realmente podría haber sido peor, podría haberme
raptado un viejo verde, o algún otro tío realmente asqueroso.. por aquí
abundaban.. pero no, era Néstor, el niño del que me enamoré en secreto siendo
una niña, el que me tocó el pecho en el granero.. si alguien tenía que violarme
él era uno de los mejores candidatos.. ¿Pero en qué estoy pensando? ¿Me estaré
volviendo loca yo también? Todo era tan surrealista en esa habitación. ¡tenía
que odiarle!
Néstor se acercó a mí y me mostró como funcionaba la máquina.
Tenía unas cuerdas colgando por donde tenía yo atadas las manos. Con un
ingenioso sistema de poleas y engranajes, con solo tirar de una de ellas me
abrió las piernas al máximo, y con otra de las cuerdas tiró de mis brazos hasta
dejarme inclinada en 90º hacia delante. Cogió una tercer correa y la pasó por mi
cintura, tensándolo bien para dejarme inmovilizada. Noté sus manos acariciando
mi espalda. No dije nada. Le dejaría hacer. No tenía otra opción. O le agradaba
o me pegaba un tiro. Intenté hacer la situación más agradable para mí, así que
empecé a pensar que él tampoco era tan feo, que en una situación distinta quizás
me hubiera acostado con él, pensé en evitar cualquier castigo, en alargar mi
vida todo lo que pudiera, hasta encontrar el modo de salir de allí, si es que él
no se cansaba antes de jugar conmigo.. empezó a desatarme las tiras del corsé,
lo abrió del todo y tiró del escote, dejando mis tetas sobresaliendo por encima
de la tela. Les puso una pinza a cada una, agarrando el pezón. Andó despacio a
mi alrededor y me subió con suavidad las faldas, dejando mi culo en pompa al
aire, cogió un par de pinzas más y las enganchó en mi coño. Me mordí la lengua
para no llorar. El corazón me latía a mil por hora.
-"Si no recuerdo mal, esta noche me has suplicado que te
dejara ir, es decir, has hablado si mi permiso, ya sabes a qué nos lleva eso"-
me dice enseñándome el látigo-consolador de antes -"Primero el castigo, después
ya veremos".
Se pone a mi lado y empieza a azotarme, como antes, en mis
nalgas y piernas, rozando a veces las pinzas, haciéndome mucho daño.. el caso es
que soy una sumisa de corazón, sin experiencia ninguna, pero deseosa de probar
este placer prohibido.. y esos latigazos dejaron de provocarme miedo.. empecé a
sentir un cosquilleo de placer que intenté esconder.. paró los golpes por un
momento y entonces "¡Plas!" un golpe certero en medio de mi coño, en el
clítoris, ahí si que me hizo ver las estrellas, y justo seguido al dolor una
oleada de placer.. ¡mierda! ¡no me puede estar pasando esto! Ahogué mis gemidos
todo lo que pude, solo me faltaba que Néstor se diese cuenta de mi estado.. ya
no podía soportar más vergüenza.. debo haberme vuelto loca de verdad. Seguro.
Esto no es normal. No quería sentir placer, ¡eso era una violación! Me azotó un
rato más, y se acercó a mi boca..
-"Lame esto, querida, como antes has chupado mi polla"- y me
pone en la boca el mango del látigo, con una enorme polla negra que llenaba mi
boca, y solo me estaba metiendo la mitad. Néstor la metía y sacaba de mi boca,
delicadamente, con suavidad. Podía ver en sus ojos cómo estaba disfrutando él
con todo aquello, con mi completa humillación y sumisión a su persona. Lo estaba
gozando el cabrón. Sacó el pene de plástico de mi boca y me rozó bajándolo por
la barbilla hasta llegar a mis pechos, los acarició también y se fue de nuevo
tras de mi. Mi reacción inmediata fue tensar todo el cuerpo. Empecé a llorar..
-"Por favor Néstor, te pagaré, te daré lo que quieras.. pero
déjame ir ya, por favor"
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