domingo

SEXY COW [Parte 2/2]



Continúa la violación de la joven pit girl. El moro feo la obliga a chupársela mientras sigue inconsciente por la droga, y le rompe su delicado culito virgen cuando ella despierta.


Abdul, el encargado de mantenimiento, quedó tumbado a peso sobre la rubia recuperando el aliento. No se movió de allí hasta que su polla, volviendo a su tamaño habitual, se salió sola de aquel coño que tanto gusto le había dado. Abdul se incorporó y fue hacia el mini-bar, de donde cogió la botella de whisky y bebió de ella a morro. Fue a asomarse a la ventana, que tenía las persianas medio bajadas. A lo lejos se veían las luces de las sirenas de las ambulancias dentro del circuito, y unas grúas acercándose al lugar. Todavía le daría tiempo de un poco más de diversión antes de que nadie volviera por allí. Nasser estaría ocupado un buen rato. Peor para la rubia.

Decidió que lo siguiente que haría sería probar su boquita dulce, y sabía exactamente como quería hacerlo. Pero primero quería comprobar cómo era el estado de inconsciencia de la chica, causado por la droga que el jefe de seguridad le había dado. Fue hasta el sofá y se sentó en el hueco que quedaba en su estrecha cintura. Le golpeó una teta con saña, queriendo hacerle daño. Ella ni se inmutó. Le pellizcó un pezón y tiró de él hasta lo máximo de sí que dio la piel, y luego lo soltó. Nada. La vaquita no dijo ni mu. Por mero ensañamiento le soltó una bofetada que dejó su mano marcada en rojo en su mejilla. Ni un solo quejido. Perfecto.

Tal como Tyra estaba puesta, boca arriba en el sofá, con el coño rezumándole una importante cantidad de semen y sangre, Abdul se acercó a ella y cogiéndola por debajo de los brazos, tiró de su cuerpo, hasta que su cabecita de larga melena rubia quedó colgando del canto del reposabrazos. El cuello de la chica había quedado completamente inclinado hacia atrás, y por la forzada posición, sus labios quedaron bien abiertos. Seguía llevando el mono de lycra decorado con manchas de vaca, y el corazón rojo con las palabras “Sexy Cow” medio tapado por sus grandes tetas sacadas fuera del traje. Sus zapatos de tacón rojos se habían caído al suelo durante la violación, así que estaba descalza.

El encargado de mantenimiento gordo y barbudo apoyó una de sus rodillas al lado de la cabeza de la chica americana de 19 años de edad. Como era bajo de estatura, no necesitó inclinarse demasiado para lograr meter su asquerosa y sucia polla, ahora flácida, dentro de la boca de la nena. Como al principio de abusar de ella, el moro iba con cuidado, no fuese que a ella le diera por cerrar sus dientes, pero a medida que su rabo empezaba a despertar y endurecerse, el chico fue cogiendo confianza y empujaba con más fuerza con sus caderas contra la boca de ella. Abdul notaba claramente como su verga crecía poquito a poco, llegando a ocupar al máximo el espacio disponible en esa boquita dulce con su hinchado pedazo de carne pestilente.

“Aaaahhhmmm… Eres una vaquita mamadora de primeraaaaa… Hhhhmmm que ricoooo…” le decía en árabe, mientras le follaba la boca sin descanso.

Como Tyra estaba completamente drogada, sus músculos estaban relajados, y el de mantenimiento pudo penetrar con su grueso glande hasta la mitad de su garganta. Cuando lo consiguió, se quedó allí quieto unos deliciosos segundos, mirando por el costado a la chica su linda cara de ángel, viendo como intentaba respirar automáticamente por la nariz, al sentir taponada su boca. El moro sacó del todo su polla y la volvió a meter de un fuerte empujón, empalándola por completo y sintiendo sus huevos chocando con su frente. Ni la mejor puta se Abu Dhabi le habría hecho una majestuosa mamada como esa sin quejarse por lo grande que era su polla y lo adentro que la estaba metiendo.

De la boca de la joven americana empezaron a caer hilos de saliva que recorrían los huevos de él, la frente de ella y se le quedaban enganchados en el pelo. El encargado de mantenimiento agarró a la moza por su nuca con una mano y empujó hacia él, para que la penetración resultase todavía más profunda. Aquello provocó que la muchacha empezara a emitir gemidos ahogados en su inconsciencia.

“Hhggghhhggghhmmm...”

Abdul se excitó muchísimo con aquellos sonidos como de asfixia que provenían de la garganta violada de la chica. Con su mano libre empezó a toquetear con brusquedad las tetas de la rubia, amasándolas fuerte entre sus dedos. Y con su otra mano seguía empujando la nuca de ella para que tragara la mayor cantidad de su polla posible, al mismo ritmo de las embestidas de él contra su carita linda. Tal como estaba puesto el cuello de la ninfa quedaba a la vista de él, y podía ver claramente como éste duplicaba su tamaño cuando enterraba a la mayor profundidad posible su hinchado rabo dentro de su garganta estrecha. El moro sintió sacudidas de electrizante placer cruzándole en oleadas por su entrepierna.

“¡Aaaahhh... Qué bien se siente tu boca … Cabrona... Haaammm... Qué apretadita está....”

“Hhggghhhggghhmmm...” de la garganta de Tyra seguían saliendo sonidos ahogados.

Y mientras seguía follándole la boca y su apretada garganta a la chica, y manoseando sus tetas con total descaro, pensaba qué sería mejor, si correrse ahora en aquel delicioso sitio, y luego esperar a que se le volviera a poner dura para reventarle el culo, o si mejor hacía esto primero, y luego si veía que le sobraba tiempo ya le haría chupársela de nuevo.

Fue la propia Tyra quien respondió a su pregunta, pues empezó a mover de manera muy leve sus manos. Su cuerpo seguía inerte, pero Abdul no sabía cuánto tiempo más duraría el efecto de la droga del jefe de seguridad, y no quería arriesgarse a que se despertara antes de tiempo. Así que con gran pesar, sacó su polla de dentro de la boca de la rubia, que pudo relajar su mandíbula y su garganta por fin, y miró alrededor pensando qué podía hacer con ella para que se estuviera quieta, en el caso que recobrara la consciencia mientras la sodomizaba salvajemente. También tenía que asegurarse que ella no podría verle la cara, así pensaría que quien la violó fue el mismo que le había puesto la droga en la bebida, Nasser.

Abdul recuperó la botella de whisky para casi terminar el contenido de la misma del trago que le dio. No había reventado un culo a ninguna muchacha en su vida, aquello iba a ser el colofón final más perfecto que podía existir para aquella velada. Abrió la puerta del armario donde se había escondido al entrar Nasser en el despacho y vio dos trajes chaqueta, un par de camisas blancas, unos cinturones de cuero negro, estrechos, algunas corbatas... Y recordó que en su carrito de mantenimiento, que había quedado fuera, tenía cinta adhesiva de reparación gris. El moro recopiló todos los objetos necesarios, y empezó a situar a la hermosa adolescente rubia de la manera que mejor le convino para sus maquiavélicos planes.

El de mantenimiento utilizó primero de todo la cinta opaca para taparle los ojos a la nena. Una vez listo lo más importante, quiso ponerla de alguna manera que su culo rico quedase a su alcance, sin capacidad para moverse demasiado, y con su coño y sus tetas también, por si le apetecía darse un último garbeo con esa niña hermosa como un ángel que tenía ahí mismo a su disposición. Abdul usó dos cinturones para atar cada muñeca de ella a una barra de hierro que formaba parte de la estructura del respaldo del sofá, a los extremos del mismo, es decir, por donde estaban los reposabrazos. Ella estaba de rodillas sobre el sofá, situada en el centro, cara a cara con él, y sus brazos quedaron de manera obligada completamente abiertos, y algo tirados hacia atrás. Con sendas corbatas atadas a sus tobillos y pantorrillas, y luego a la misma barra de hierro, sus piernas quedaron dobladas y abiertas también.  Por último, pasó dos veces la cinta adhesiva alrededor de su frágil cuello, de ahí bajó a sus piernas, que volvió a asegurar con la cinta, sin cortarla hizo lo mismo con la otra pierna, y luego volvió a rodearle el cuello, tirando de él. De esa manera la chica se veía obligada a mantener su cabeza inclinada todo lo posible hacia abajo, por fuera del cojín del asiento del sofá, y su culito tierno quedaría en pompa a su completa disposición. Aunque despertara, sus movimientos serían muy limitados, y no podría ver nada. Estaba perdida.

“Veamos como tienes el culo, vaquita mamona” dijo Abdul en árabe.

Acto seguido, se subió al sofá y se situó de pe detrás del cuerpo de la adolescente americana, apoyado contra el respaldo. Había recuperado su navaja, que sujetaba con la mano derecha, y la otra mano la puso sobre una de sus nalgas, amasándosela con rudeza por encima de la fina ropa. Ella seguía vestida con aquel mono de lycra con estampado de vaca, a pesar de ello, solo tocándole esa firme y prieta masa de carne con una mano, el encargado de mantenimiento ya sabía que ella tendría un trasero espectacular, como el resto de su anatomía.

“Qué bien me lo voy a pasar destrozándote el orto, puta” fue la siguiente lindeza que le dedicó el moro.

Como había hecho cuando rajó el mono en la entrepierna de la adolescente para sacar a la luz sus jugosos labios vaginales, ahora Abdul había apoyado la afilada punta de su navaja de bolsillo justo donde la espalda de la chica perdía su nombre y fue bajando despacito, separando las hebras de hilo con tranquilidad, saboreando el momento. Cada centímetro de piel que quedaba al descubierto era un afrodisíaco para él. Rajó la tela del disfraz lo justo para que quedase una fina justo en la zona del perineo, que separa el coño y el culo de la vaquita.

Como había supuesto, el trasero de esa belleza rubia adolescente era mucho más que espectacular. Era de dimensiones perfectas, con una piel suave, y un pequeñísimo agujero en el centro, que a todas luces no había sido penetrado por nada. Parecía que no podría meterse ni la cabeza de una aguja por ese estrecho canal, así de pequeño era.

“Ufff... Qué culo tienes niña... Que estrecho... ¡Qué mal lo vas a pasar!” dijo el de mantenimiento.

Acto seguido, soltó un fortísimo manotazo en la nalga derecha de la chica

“Ahhhh..... Nng.... ¿Queee.... passsaaaaaa?” el suave sonido de la voz de Tyra, que empezaba a despertar, asustó momentáneamente al moro.

Pero ya la había dispuesto para que no pudiera ver nada, ni moverse de donde estaba. Y de momento ni si quiera intentaba escapar, solo susurraba palabras casi medio entendibles, arrastrando la lengua al hablar. Abdul sonrió con maldad. Si follarla por el coño y por su boca mientras estaba drogada e inconsciente había sido una experiencia extática y placentera al máximo para él, sodomizarla brutalmente estando ella despierta sería ya la leche. Se frotó las manos mentalmente.

“¡¡CÁLLATE PUTA!!” gritó el moro en inglés, para que le entendiera, soltándole dos manotazos más en sus nalgas desnudas.

“Haaaa.... Haaaaaaaaahhh.... Nnnnnooooohh...” respondió ella sin alzar la voz, sintiéndose todavía alelada por el narcótico, pero sin fuerzas para mover ni un solo dedo aun.

“Cuando te comí el coño aun dormías... Tienes suerte de estar despierta para disfrutar de que te coma el culo” fue lo siguiente que le dijo su violador.

Tyra tenía la cabeza espesa, no recordaba dónde estaba, ni como había podido acabar de aquella manera, atada y siendo abusada por.... ¿Por quién? ¡Entonces recordó! ¡Abu Dhabi! ¡¡El jefe de seguridad!!

“Nasssseeer.... Nnnooo... pppor.... ffavooorr... Naaaasss....” susurró suplicante la hermosa muchacha, creyendo que era el guapo jefe de seguridad quien la estaba violando.

Abdul, el encargado de mantenimiento bajito y rechoncho, todavía se rio más dentro de sí mismo. No solo iba a follarse a esa nena guapa por todos sus apetecibles agujeros vírgenes, sino que además ella pensaba que era otro quien le estaba haciendo aquello. Era tan increíble, que si no tuviera el culo de la niña delante suyo, no se lo terminaría de creer.

“No llores preciosa. Si esto te va a encantar... Cuando te meta mi dura polla ahí dentro, entonces sí que puedes quejarte todo lo que quieras. Tienes mi permiso, vaquita linda ¡Jajaja!” le dijo el moro, asustándola mucho con sus palabras.

“Nasss.... ¡Gghhhaaaaa.... Nnnnoooo!” exclamó la rubia cuando notó la boca del violador pegada a su agujero posterior ¡¡No era posible que fuera a hacer aquello!!

Abdul había separado con sus manazas los cachetes ricos de la adolescente americana, y sin demora puso sus labios alrededor del aro exterior del orto virgen de la nena. Ella cada vez se quejaba con más intensidad, subiendo el tono de voz, e incluso empezando a mover un poco sus brazos y piernas. Era estupendo. Para cuando le reventara el culo estaría despierta del todo, y lo sentiría con la mayor intensidad posible. Y con el jaleo que había armado fuera, con aquel brutal accidente que había sucedido, ella ya podía gritar todo lo que le viniera en gana, que nadie podría oírla, ni vendrían a ayudarla. Estaba bien jodida la rubita.

El moro primero ensalivó todo el exterior de la zona anal de la chica americana, y a los pocos minutos de empezar con aquel suculento beso negro, estiró todo lo que pudo la piel de las nalgas de la nena, e intentó meterle dentro nada más que la puntita de su lengua, pero aquel hueco era tan mínimo que ni un centímetro de su sinhueso pudo penetrar en él. Estaba totalmente contraído. Era como intentar meter la lengua en el diminuto ojal de una aguja.

“Increíble... He intentado hacértelo más fácil, pero tu culito rebelde se niega a colaborar. Tendré que hacerlo por las malas” empezó a decirle el moro a la chica “Ya lo verás, cuando te haya reventado el culo a pollazos, te quedará tan abierto que podrás meterte un puño cerrado por aquí atrás, pedazo de PUTA”

La pobre Tyra, que ya estaba más despejada, comprendió en seguida lo que ese maldito degenerado le había dicho, y se asustó muchísimo. Jamás se había metido ni un solo dedo por el culo... Además el resto de su cuerpo despertó con ella, y notaba claramente un fuerte dolor en su conducto vaginal, del que chorreaba a saber qué, y un asquerosísimo sabor en su boca, donde también tenía dolorida la garganta. Si ese tipo se había atrevido a abusar de ella mientras estaba inconsciente, metiéndole su asqueroso pene por su  coño virgen y su boca ¿Qué no haría ahora, que la tenía atada de aquella manera, a su completa disposición? La adolescente notó algo durísimo, enorme y caliente apoyado en la entrada de su agujero posterior, y se asustó mucho. Era Abdul, que había situado su glande contra el estrechísimo ano de la chica, y pensaba embestir contra ella con tanta fuerza que, o bien rompía el sofá y la tiraba de boca contra el suelo, o bien conseguía penetrarla, por muy imposible que esto pareciese.

“Nasser... Nno lo hagaas... Te lo ssuplicooo... Te pagaré.... Te daré lo queee quieraaaasss… No voy a dennunciaarrteee... ¡Paraaa ppooor faavooor!” las últimas palabras de la rubia quedaron rotas por el llanto que empezó a soltar, sin poderlo contener más tiempo.

Pero ni sus plañideras súplicas, ni sus lágrimas llegaron a rozar el oscuro corazón de Abdul.

“¡¡Voy a hacer que tengas un motivo para llorar, ZORRA. Voy a follarme tu sucio culo, como un toro montaría a su vaquilla. Y no me detendré hasta que lo haya llenado con mi corrida GUARRA!!” el poder insultar y amenazar a la cría todavía le estaba poniendo más cachondo de lo que estaba.

Sin más preámbulos, Abdul agarró a la muchacha rubia por las caderas, de manera muy firme, y empujó contra ella con todas sus fuerzas. El conducto anal de la chica americana era tan diminuto que parecía imposible que pudiese penetrarlo con el gordo pedazo de carne que le asomaba rígido entre las piernas. La muchacha empezó a gritar más fuerte, al tiempo que intentaba evitar lo inevitable moviéndose lo poco que le permitían sus ataduras.

“¡¡NOOOO NASSSEEEER NOOO LOOO HAAGAAAAASSS!!” imploró la belleza de pelo color oro.

“¡¡¡CALLA PUTA, QUE SEGURO QUE TE VA A ENCANTAR TENER MI POLLA METIDA HASTA EL FONDO EN TU CULO DE NIÑA PIJA!!!” respondió el moro.

Abdul clavó sus dedos rechonchos en la fina piel de la pit girl, y continuó apretando con vigor, aumentando la fuerza que su polla ejercía contra aquel agujerito estrecho e impenetrable. La resistencia que estaba encontrando era enorme, pero sus ganas de follársela eran mucho más gigantescas, y aunque le estuviera doliendo a él mismo aquella sodomización forzada, por sus santos cojones que terminaría rompiéndole el culo a esa mojigata, y convirtiéndola en una zorra ávida de encontrar pollas que rascasen el escozor de sus agujeros abiertos por él de por vida.

Ya empezaba a clavarle hasta las uñas. Y ella apretaba todo lo que podía para evitar el paso de ese monstruo de carne en su orto. Lloraba, gritaba, suplicaba y se removía. Pero nada funcionaba. Los empujes del moro eran cada vez más potentes. La presión ejercida sobre ese anillo flexible fue tan poderosa, que finalmente terminó cediendo y Abdul notó, lleno de excitación, como su gordote glande traspasaba de una jodida vez aquella barrera de músculo y piel. Sólo le había metido la punta de su rabo dentro, pero ¡¡JODER!! ¡¡SE SENTÍA EN LA PUTA GLORIA!!

“¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!! ¡¡BASTAAAAAAAAA!! ¡¡¡SACALAAAAAAA POR FAVOOOOOOOOOOOOOR!!! ¡¡ME DUELEEEEEEEEEEE MUCHOOOOOOOOO!!” exclamó Tyra cuando sintió su esfínter dilatándose a la fuerza por el forcejeo de ese moro asqueroso. No le estaba mintiendo. El dolor era insoportable.

“¡¡NOOO NO LA VOY A SACAR ZORRA. TE LA METERÉ HASTA EL ESTÓMAGO Y LUEGO TE FOLLARÉ HASTA QUEDARME SIN FUERZAS!!” fue la sádica respuesta que le dio él.

La parte más difícil ya estaba hecha. Ahora no importaba si la nena se resistía, o si apretaba sus músculos para impedirle el paso. Con su glande ya metido ahí, dentro de aquel pasaje estrecho, solo era cuestión de paciencia y empujones que el resto de su formidable herramienta de macho terminara de enterrarse dentro del cuerpo de la adolescente americana. Abdul cogió un mínimo impulso y presionó con su cadera contra las nalgas de la chica. Repitió el proceso de manera constante. Su polla, milímetro a milímetro, comenzó a avanzar por el angosto canal de la muchacha.

“¡¡BASTA POR FAVOOOOORRRR!! VOY A MORRRIIIRR!! NO PUEDO SOPORTARLOOO!!” dijo Tyra llorando copiosamente.

“¡¡¡QUE TE CALLES DE UNA VEZ CERDA!!!” le respondió el de mantenimiento.

Abdul quiso darle una lección a la puta americana. Empezó a sacar despacio su rabo del ano de la rubia. Llevaba metida la mitad de su larga extensión, y sacó su rabo entero, para darle una falsa esperanza a la niña, que agradeció en silencio aquel “amable” gesto de su violador. El chico observó como el aro exterior forzado por él empezaba a cerrarse despacito. Tyra creyó por unos segundos que sus ruegos habían llegado a ablandar el corazón de su abusador, pero no podía estar más equivocada. Aprovechando que la nena había bajado la guardia, el moro arremetió contra ella con una potencia tan bestial, que de una sola embestida le reventó el intestino, enterrándole su rabote pétreo dentro del orto tan profundo, que sus  pelotas chocaron contra las nalgas de ella, quedando completamente pegadas a su cuerpo.

“¡¡WHHHHHHHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!” el alarido que profirió la pobre niña fue espantoso. Tal fue el dolor que sintió en su ano.

El moro se había quedado inmóvil, con el rabo empalando hasta las entrañas a la niña americana “TE DIJE QUE TE LO REVENTARIA. NO TE MENTI” empezó a acariciarle las caderas con suavidad, mientras se recreaba de la deliciosa sensación que le llegaba de su entrepierna, atrapada en el interior de aquel cilindro estrecho, cálido y mojado, mucho más delicioso que su boca o su coño.

A Tyra empezó a temblarle todo el cuerpo de manera involuntaria. Se había quedado muda del shock. Deseaba desmayarse por el agudo dolor que estaba sintiendo, pero no tenía esa suerte. Al contrario. Cada minuto que pasaba estaba más lúcida.

“Lo más difícil ya ha pasado, preciosa vaquita. Ahora relájate y disfruta del gran rabo de tu toro” le dijo, pero ella no podía responder.

El tipo rechoncho y feo empezó a culear a la preciosa rubia, primero despacito, disfrutando al máximo de la sensación de desvirgamiento que estaba teniendo. Su joven víctima permanecía muda, con los labios abiertos y un hilo de baba cayendo al piso. Abdul sacaba su rabo, dejando el glande dentro, y lo volvía a meter. Una y otra vez. No demasiado rápido, ni muy lento. A un ritmo ideal para el inicio de la enculada. Estuvo unos largos minutos de la misma manera. Pero pronto se cansó de que la chica no reaccionase, y quiso castigarla por ello. Sacó su polla, pero del todo esta vez. De nuevo se quedó mirando como el dilatadísimo y enrojecido agujero se iba cerrando poco a poco.

“¡¡EMPIEZA A JADEAR COMO LA PERRA EN CELO QUE ERES O TE DESTROZARE!! ¡¡PUTAAA!!” le gritó.

De un solo empujón, el moro le metió su rígida polla tan profundo que le pareció que la pobre chica le saldría por la boca. Y en cuanto sus huevos chocaron contra el culo de la nena, empezó a sodomizarla con toda su mala hostia, embistiéndola de manera frenética, a gran velocidad, y a la máxima profundidad que permitían sus cuerpos.

“¡¡AAAAHHHH AAAAAHHHH AAAAAAAAAHHHHHH NOOOOOOOOOO!!” Tyra había vuelto en sí de manera obligada con aquella atroz violación a su culo, y gritaba muy fuerte por el insoportable daño que ese malvado violador estaba haciéndole en su culo. Incluso tironeaba de las ataduras de sus muñecas para intentar soltarse y defenderse, pero no había manera. El de mantenimiento la había atado con gran habilidad.

“¡¡ASI ME GUSTA CERDA!! ¡¡GRITA FUERTE!! ¡¡NO IMPORTA!! ¡¡NADIE VA A VENIR A AYUDARTE!!” le respondió él.

Abdul cambió levemente de posición, inclinándose hacia delante. Su peso hacía que ella tuviera todavía menos capacidad de movimiento. Le pasó las manos por debajo y las puso sobre sus gordas tetas. No tuvo cuidado alguno con ellas. Las usaba para impulsarse cada vez más rápido hacia delante y hacia atrás, apretándoselas con muchísima fuerza, causándole todavía más dolor a la pobre chica.

“¡¡¡NOOOOOHHHH AAAAAAHHHH BASTAAAA YAAAAAAA!!!” seguía gritando ella, atormentada por aquella nueva tortura en sus sensibles pechos por parte de su violador.
“¡¡SIIII HHAAAAAAAAAA SIIIIIII HHHHMMMMM QUE GUSTOOOOO JODEEER!!” exclamó el moro, entre jadeos de intenso placer.

La excitación sexual que sentía Abdul era imposible de definir. Por el contrario, Tyra estaba adolorida por la desbordante sensación de lleno hasta límites imposibles, por culpa del grueso rabo del violador penetrando una y otra vez, sin descanso, en su pobre culito estrecho. La totalidad del rabo del moro entraba y salía de manera torturantemente frenética de su ano. Las embestidas eran cada vez más poderosas, profundas y seguidas. Aunque el chico llevaba un buen rato forzándola, el conducto anal de la chica seguía siendo igual de estrecho. El interior del orto de la nena seguía apretado, lo cual hacía que ella lo sintiese muy doloroso, y el violador muy placentero.  Abdul empujaba salvajemente, montando aquella potrilla indomable rubia a fuerza de pollazos en su culo rico. El corazón le latía desbocado en su pecho. Movía su gran polla con enorme fiereza, queriendo causarle todo el dolor y el trauma posible a esa zorra. Tyra sentía que su esfínter estaba a punto de desgarrarse por la forma animal que el chico la estaba violando analmente. La presión que ejercía ese pedazo hinchado y palpitante de carne dura en su interior era devastadora. La adolescente estaba convencida de que su esfínter quedaría deformado para siempre, que jamás recuperaría su tamaño normal. Estaba completamente traumatizada. En ese momento Abdul empezó a soltar profundos gruñidos que se mezclaban con sus jadeos de excitación. Se folló a una velocidad increíble el culo que tenía abierto a su disposición, y después dio tres embestidas tan profundas que sintió su glande chocando contra la pared del estómago de la chica.

“¡¡VOY A CORRERMEEEE PUTAAAAAAAAAAAAAA!!” dijo, al tiempo que su polla se hinchaba todavía más y soltaba un enorme chorretón de esperma en esa cavidad tan estrecha y dolida. Y haciendo gala de una maldad terrible, el moro sacó de repente su gorda polla de las entrañas de la adolescente rubia, y de una sola embestida, se la enterró hasta los huevos dentro de su ya dolorido y desvirgado coño “¡¡¡VOY A PREÑARTE GUARRA!!! ¡¡VAS A PARIR UN HIJO MIO Y BEBERÉ TU LECHE RICA DE VACA DE TUS TETAS!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAHHHHHHHHMMMMMMMM!!!”” Abdul culeó unas pocas veces más, soltando chorro tras chorro de su fértil esperma directo al útero de la chica.

“¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO HIJOOOOOOOO DE PUTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHH!!!” gritó la chica americana, berreando como una cerda en el matadero. Pero no podía hacer nada por evitarlo. El asqueroso semen del violador había inundado su coño, y le rezumaba en cantidades ingentes de su raja forzada. Empezó a llorar de manera desconsolada.

Mientras se corría de manera abundante, el moro se fijó en el culo de la nena, que estaba abierto y destrozado, y del que también rebosaba aquel líquido blanco y pegajoso que había vertido dentro de él. El placer que sintió al violarla por su orto y soltarle la corrida dentro de su coño, estando ella consciente fue tan impresionantemente placentero, que sintió que ya podía morir feliz. A partir de ese día no encontraría en el mundo nada igual a esa asombrosa experiencia que había vivido gracias al idiota de Nasser, que había drogado a aquella preciosa chica para abusar de ella, y se la dejó servida a Abdul en bandeja, para que hiciera con ella lo que le saliera de las pelotas, y era precisamente lo que había hecho.

El moro dejó su rabo incrustado en la vagina de la nena rubia, y estuvo palpitándole un buen rato. No había retirado sus manos de los fenomenales pechos de ella, así que los seguía masajeando. Finalmente empezó a deshinchársele la polla, y se retiró, quedando sentado a un lado en el sofá, recuperando el aliento. Tyra sentía que estaba sin fuerzas, seguía gimoteando hundida en su miseria particular. Aunque el violador la hubiese desatado en aquel momento, dudaba que sus piernas hubiesen podido sostenerla en pie. Solo quería que él se marchase de una vez y la dejase en paz.

Abdul le acarició la nalga izquierda y le dio un azote. La muchacha dio un bote por el susto, y empezó a increpar a su violador:

“¡¿No has tenido bastante con lo que me has hecho ya, malnacido?! ¡¡Déjame marchar, o te juro que…!!”

Pero no pudo terminar su frase, porque el moro  había arrancado un trozo del traje de vaca, el que había quedado sin cortar entre su coño y su culo, y que estaba completamente empapado de semen, sangre, suciedad y vello púbico de ambos, y se lo metió en la boca de manera muy brusca.

“¡¡CALLATE PUTA!! ME MARCHO YA, PERO TE ESTARÉ VIGILANDO” le dijo Abdul muy cabreado “Y COMO SE TE OCURRA ABORTAR TE RAJARÉ ENTERA Y DEJARÉ QUE MUERAS DE MANERA MUY DOLOROSA CON TUS ENTRAÑAS ESPARCIDAS POR EL SUELO ¡¡¿¿LO HAS ENTENDIDO ZORRA DE MIERDA??!!”

El violador acompañó sus amenazas con un fortísimo puñetazo en sus costillas, que hizo que la muchacha se retorciera de dolor y empezara a asentir con la cabeza de manera frenética, para que ese loco degenerado dejara de torturarla.

Abdul se marchó del despacho del jefe de seguridad, llevándose su carrito. Ahí se quedaba aquella preciosa hembra a la que había follado por todos sus agujeros de guarra americana.  Esperaba que su plan funcionase como él esperaba, y que ella denunciara a Nasser como el autor de la brutal violación.

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