miércoles

Diario de una gata (2) Perdida en mi miedo

Segunda parte del relato recuperado, escrito por mí en el año 2003.



Amo ayer soñé contigo… en mi mundo. Sin reglas.


Me despierto sin ganas de hacer nada, como porque tengo que comer. Hay que seguir adelante, ir a trabajar, hablar con la gente. Sonreír. Comprar lo que falte. Quizás hoy tendré tiempo para leer un poco. Huir de esta realidad. Dormir. Despertar. Otro día igual. Días grises, vacíos. Sin ti. Vivo mi vida en función de un hombre al que ni siquiera conozco. Nunca se realmente si hago lo que debería. Porque no te tengo para guiarme. Siento un vacío inmenso en mí que solo tu puedes llenar.


Amo, ayer soñé contigo…


… en mi mundo. Sin reglas. Sin ninguna línea que divida el bien y el mal. Nos conocemos tanto física como mentalmente. Sabemos hasta donde podemos llegar. Deseamos hacerlo. Te necesito en mí, junto a mí. Y tú también necesitas de forma urgente tocarme.


Quieres poseerme, y yo quiero ser tuya. La urgencia de nuestros cuerpos nos hace ser aun más cautos. Nos gusta jugar, alargar el momento de placer hasta que sintamos el vicio y la pasión salir por cada poro de nuestro cuerpo. Siento el calor de tu pecho desnudo contra mi espalda, el calor de tu sexo pegado a mis nalgas… no dices nada, no puedo ver tus ojos, pero se qué estas pensando. Abro ligeramente las piernas para facilitarte un poco el trabajo, tu me pones dos dedos cerca de mis labios, para que los lama. Sigues pegado a mi espalda, siento como tu mano baja por mi costado, rozándome la piel. La pasas entre mis muslos y llegas a mi lugar cálido y mojado. Tus dedos empiezan a deslizarse en esa zona justo debajo del clítoris, en la entrada de mi vagina, que ya se contrae de placer.


Estamos en una gran cama redonda, sigo tumbada boca abajo, con las manos atadas a la espalda y tu sigues sobre mi. Tu miembro ha ido creciendo mientras me has masturbado. Cogiendome por los hombros me das la vuelta y te sientas en mi pecho, poniendo tu polla a la altura de mi boca. Es un manjar delicioso para mi. Me gusta ir despacio, saborearlo todo, desde la base de tus pelotas hasta la punta del capullo, me gusta mimártela toda entera antes de metérmela entera en la boca. Succiono, acariciando con la lengua cada milímetro. Estoy tan ansiosa de ti, solo pensar en tenerte dentro hace que me moje de nuevo, y al notar el ligero movimiento de mis caderas te lames esta vez tu los dedos y me los vuelves a poner en el coño, esta vez con algo más de brusquedad, Los metes hasta el fondo y los mueves en círculos mientras me metes la polla en la boca, como follándomela. Estamos ya muy calientes, tenemos q para un momento para no irnos, y unos azotes serán la mejor forma de hacerlo.


Me ayudas a levantarme de la cama y, aun atada con las manos en la espalda, haces que me quede de pie, con el pecho y la cabeza apoyados en una mesa de madera negra q hay a un lado de la habitación. Con mi culo en pompa preparado para recibir tu dolor. Lo haces con las manos, te encanta sentir como mis nalgas se contraen, como arden cuando ya están rojas de las marcas que dejan tus dulces golpes. Yo estoy cada vez más húmeda y necesitada de ti.


Cada azote que me das aumenta mi deseo. Sin aviso alguno pones tu polla en la entrada de mi coño y la vas introduciendo, de una forma exasperantemente lenta. La siento toda, como va avanzando, las paredes de mi vagina abrazan cada centímetro de tu piel, hasta que noto tu pelotas pegadas a mi clítoris, estás todo dentro de mí. Nos quedamos así unos segundos, me coges las caderas con las manos y de golpe empiezas a bombear, follándome con todas tus ganas. Me muero por correrme, pero me lo has prohibido, hasta que no me des la señal tendré que aguantar.. aguantar este placer, el dolor, tanto vicio… tras un rato de embestirme, noto que te sales de dentro de mí, el placer invade mis sentidos.. desatas mis manos y oigo tu voz, me pides que vaya gateando a limpiarte la polla. Me giro y ahí estas, en la otra punta de la habitación, mirándome. Adoras mirarme fijamente mientras me humillas, eso te la pone dura. Te miro a los ojos un segundo, me arrodillo y con la mirada fija en el suelo empiezo a avanzar por la iluminada habitación hasta donde estás tú esperándome con la polla en ristre.


Me siento ante ti, de rodillas, con las manos en mis muslos y solo usando la boca vuelvo a mamártela, con ganas, ansiosa de jugar contigo. En mi lengua se mezclan los deliciosos sabores de placer que nuestros cuerpos rezuman.. tu sabor, el mío, tu polla… te adoro, tu eres mi Dios. Quiero complacerte en todo, avanzar cada día un poco más, junto a ti, aprendiendo juntos, conociéndonos. Sigo lamiendo con avidez, quiero ser merecedora de tu collar, quiero que te sientas orgulloso de mí y que sepas sin dudas que soy digna de ti. Me tocas el hombro con la mano, esta es la señal para que pare y me ponga en pié, me guías hasta la cama y me dejas allí, arrodillada en el centro de la cama con las piernas abiertas, las manos atadas al cabecero de la cama y una venda en los ojos. Vas a buscar algo. No pasa mucho hasta que vuelves. Yo sigo esperando, expectante. Noto un líquido frío caer entre mis nalgas hasta mi coño.


Pasas suavemente los dedos por mi agujerito posterior. Introduces un dedo, luego dos.. mientras con la otra mano vas introduciendo una a una unas bolas chinas en mi coño. Cuando ya están todas dentro sacas tus tres dedos de mi culo y apoyas tu pene dispuesto a perforarme. Como antes, vas avanzando muy lentamente. Te gusta tanto sentir como me abro para ti… cuando llegas a mi tope tiras para atrás, con la misma lentitud. Estamos así unos minutos, me la metes hasta el fondo y la sacas casi del todo, otra vez para adentro y afuera, hasta que notas como el camino se dilata a tu paso, y ya sin dificultad empiezas a bombearme por detrás. Tus embestidas se van acelerando, me coges del pelo, tirando de él, esa es la señal, ya me puedo correr, justo entonces aumentas el ritmo de las embestidas a un vaivén frenético y tiras del hilo de las bolas chinas, que caen llenas de jugos ala cama. Me corro, me convulsiono, te contraigo la polla dentro de mí, tú también has llegado al clímax, inundándome de tu leche…


Lástima que solo haya sido un sueño.

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