“Buenas noches, padre. Veo que habéis
empezado la fiesta sin mí”
Ricky y su anfitrión estaban a punto de catar a los
sumisos del otro, cuando el hijo menor del Don irrumpió en el salón y les
interrumpió.
“Buona notte, figlio” le respondió el mafioso.
“Este es Ricky, el chico del que te
hablé” empezó a hacer
las presentaciones “Él es Lionardo, mi
hijo menor” le dijo al perro callejero “Es
curioso, porque aun siendo el más joven de mis dos bastardos, Lionardo siempre
ha mostrado tener un carácter tan fuerte como el mío. Será él quien el día de
mañana herede mi imperio.”
“¿Él también participará en nuestra reunión?” preguntó Ricky, intentando indagar si
habría la posibilidad de follarle a él también, pues los chicos con fuerte
carácter le volvían loco, como Saúl.
“Sí que participará, pero su culo es en
exclusiva per me, es una licencia que me tomo como padre”
“Lo entiendo” respondió Ricky, sonriendo, aunque
algo contrariado.
“¿Y esas dos putas que tienes entre las
piernas, padre, quiénes son?” preguntó entonces Lionardo, en referencia a Luis y Saúl.
“Ah, son los esclavos de nuestro
invitado. Los trajo para que nos dieran placer. ¿A que son hermosos?” le respondió su padre, empujando un
poco a los hermanos rubios para que se pusieran de pie y se mostraran ante su
hijo menor.
Por algún inexplicable motivo, Saúl y Lionardo se odiaron
sin motivo nada más verse. El vástago del mafioso ignoró a Luis y se quedó con
las pupilas marrones clavadas en los desafiantes ojos azules del muchacho que
debía tener su misma edad.
“Bah, los he visto mucho mejores” comentó despectivamente, no por que
pensara realmente que los hermanos fuesen feos, sino por menospreciarlos en voz
alta, sobre todo a ése idiota que seguía sin bajar la mirada. Tendría que
enseñarle buenos modales.
En ese momento sonó un pitido y una voz mecanizada avisó
al dueño de la casa de que la cena estaba lista.
“Primero recuperaremos fuerzas y luego
nos divertiremos con estas linduras” decidió el mafioso.
Don Romannetti fue el primero en salir de la habitación,
seguido muy de cerca por Ricky. Miele y los dos niños asiáticos les iban
detrás. Luis se dirigió al mismo lugar. Pero Saúl no pudo hacerlo porque el
bastardo de Lionardo le había agarrado del brazo con fuerza.
“Eres una puta estúpida, chaval. Yo me
encargaré de que aprendas como debe tratarse a un Amo”
En cuanto lo hubo dicho, le dio un fuerte capón con la
mano abierta en su cogote “¡Camina,
idiota!” le dijo insultándole.
Cuando llegaron al comedor, enorme y suntuoso como el
resto de la mansión, vieron que la inmensa mesa estaba colmada hasta los topes
de extraordinarias delicias culinarias. Aunque en aquel sitio podían sentarse a
comer cómodamente más de veinte personas, habían preparado servicio con platos,
vasos y cubiertos solo para tres comensales. Ricky, Don Cornelio y Lionardo
tomaron asiento.
“Nuestros putos nos la mamarán mientras
cenamos” ordenó el hombre
adulto.
“Yo quiero probar las bocas de la Cerda
y la Puta” añadió Lionardo,
quien quería follarse la bocaza de Saúl en realidad.
“Benne, entonces los dos chicos
rubios para ti. A Ricky le ha gustado Miele, así que será ella quien se la
chupe. Para mí mis dos preciosos Thian y Phuo”
Una vez hecha la repartición de bocas que les mamarían
las vergas durante la cena, cada sumiso fue a colocarse de rodillas al suelo,
entre las piernas del Amo que le tocaba mamar.
Los dos jovencísimos vietnamitas se arrodillaron bajo la
mesa y apartaron la bata de su Amo para empezar a darle lengüetazos a su rica
polla con sus pequeñas lenguas. Don Romannetti no se cansaba nunca de meter su
polla en las bocas o culos de esos preciosos sumisos tan obedientes, y que él
mismo había adiestrado tan bien. Como Ricky y sus acompañantes iban a quedarse
unos cuantos días, ya tendría tiempo de abusar de los jóvenes rubios más
adelante, no tenía prisa alguna.
Por su lado, la hermosísima Miele se situó entre las
piernas de Ricky, sacó su enorme y duro rabo al aire y prosiguió con la misma
tarea que estaba haciendo en el salón, antes de que su hermano menor les
interrumpiera. El chico con cuerpo de chica era todo un experto comiendo rabos,
y aunque se sorprendió al ver el colosal tamaño de aquel pedazo de carne, fue
una sorpresa muy grata. Se moría de ganas de que el Señor Ricky le incrustase
su potente verga hasta lo más profundo de su vicioso culo de zorra, y le
hiciera gemir como una guarra.
Luis y Saúl, a quienes Ricky les había ordenado sacarse
los plugs anales al entrar en el comedor, se pusieron también de rodillas en el
suelo bajo la mesa, frente a la silla donde estaba sentado Lionardo. Tal y como
habían aprendido a hacer con su Semental, el perro callejero, los hermanos de
ojos azules empezaron a chupar a dúo el rígido rabo del Macho que había
reclamado sus atenciones. Lio se divertía molestando a Saúl, de tanto en tanto
le golpeaba la cabeza, o le daba un tirón en el pelo, quejándose de que le
estaba clavando los dientes o que no utilizaba bien la lengua. En realidad el
hijo menor de Don Cornelio estaba disfrutando como un loco de los servicios que
le prestaban esos dos sumisos, y Saúl no le hacía daño con sus dientes, sólo
pretendía molestarle y ponerle en evidencia ante su Amo Ricky. Eso le excitaba
todavía más.
Y así transcurrió una apacible y erótica cena, en la que
los tres comensales quedaron hartos de buena comida y vino lujoso, y todos
ellos terminaron corriéndose casi al mismo tiempo dentro de la boca de alguno
de los esclavos que tenían postrados a sus pies. Miele tragó con deleite el
rico semen del perro callejero, Thian fue el afortunado que recibió en su boca
la corrida del anfitrión de aquella original orgía, y Lionardo por supuesto
escogió descargar su lechada espesa y abundante dentro de la boca del chico que
le generaba sentimientos encontrados de puro deseo y ansias de causarle mucho
dolor, Saúl.
Mientras los Amos pasaban a saborear los ricos postres,
mandaron a los sumisos a cenar. Pero ellos no iban a comer en la mesa, como las
personas, ni disfrutarían de los sabrosos manjares que habían comido sus
Dueños. Ellos tenían preparado un gran cuenco, lleno de arroz integral con
verduras, que tuvieron que comerse puestos a gatas sobre el piso, como si
fuesen perros. Les habían ordenado no usar sus manos, así que sus rostros
quedaron manchados por la comida. Cuando terminaron tuvieron que limpiarse los
unos a los otros los restos de comida de la cara. Thian y Phuo se asearon entre
ellos, y Luis y Saúl limpiaron a Miele, mientras ella les pasaba la lengua por
sus níveos rostros.
Después de aquello, cuando los Amos hubieron terminado
con los postres, Don Romannetti se puso en pie y dirigió al grupo a otra zona
de la casa:
“Vayamos a ponernos más cómodos,
tomaremos los licores en la sala”
A saber cuántas salas tenía aquella mansión de lujo,
porque el anfitrión les dirigió a una que era distinta a la que habían estado
antes de cenar. Aquella estancia era tan amplia y opulenta como el resto de la
casa. Pero parecía diseñada para el goce de los ocupantes, ya que había
repartidos varios sillones, tumbonas de estilo romano, mullidas alfombras en el
suelo, y varias esposas y cadenas colgando del techo, por el suelo y en las
paredes. Había consoladores de todas las formas, tamaños y de distintos
materiales repartidos por todos los rincones, y también decenas de botellas de
lubricante. En un rincón, alejado del grupo, había tumbado en el suelo un
perro, un pastor alemán grande y robusto de pelaje color café con leche y
manchas negras. Era intimidante y a la vez muy hermoso. El nombre que había
inscrito en su chapa era Drake.
Miele se encargó de servir los licores a los Amos,
mientras ellos charlaban de sus negocios. Los hermanos rubios y los hermanos
asiáticos permanecían de en el centro de la estancia, rodeados por los Señores.
Les habían ordenado darse placer entre ellos, lamiendo y acariciando sus
jóvenes cuerpos desnudos. Cuando el joven andrógino terminó de servir a los
Sementales, se situó en el grupo de sumisos, con sus compañeros, y dio y
recibió caricias y mucho placer. Los tres Machos observaban el espectáculo de
culos y pollas revolviéndose sobre la alfombra a sus pies, y empezaron a
masturbarse despacio mientras hablaban. Todos gozaban con todos, aunque Saúl
procuraba mantenerse alejado de Luis. Sentía mucha animadversión hacia él, y
pudiendo escoger a quien lamerle el cuerpo, prefería que fuese cualquiera de
los pequeños asiáticos o aquel chico extraño llamado Miele, que tanto parecía
gustar a su Amo Ricky, aunque no conseguía odiarle ni sentir celos, porque él
mismo desearía poder follarle si tuviera la ocasión. Su belleza etérea de ángel
celestial hacía imposible que le cayera mal a nadie. Lo que más le preocupaba
al chico de pelo rubio era tener que satisfacer al gilipollas de Lionardo.
Estaba convencido de que no se daría por satisfecho con la mamada que se había
visto obligado a hacerle durante la cena, y que ahora requeriría de nuevo sus
servicios.
“Mejor dejemos los asuntos de negocios
para otro momento, yo ya vuelvo a sentirme dispuesto para un nuevo asalto.” Anunció Don Cornelio, que lucía ya una
rígida estaca entre las piernas, igual que les sucedía a Lionardo y al perro
callejero.
“Supongo que tú, mi querido amico
Ricky, querrás tener a tu disposición a la dulce Miele” le dijo a su invitado “Querida, ve a atender a nuestro invitado
en todo lo que te pida”
“Sí, Señor Romannetti” respondió el hijo mayor del Don con su
suave voz, y se dirigió al cómodo sofá donde estaba sentado el perro callejero.
El chico todavía vestía el uniforme de criada, roto en la parte de los pechos
por su propio padre.
“A mí me apetece follarle el culo de la
Puta Insaciable, y con tu permiso, padre, también quiero disponer de
Thian y Phuo.” Le dijo el menor
de sus hijos al anfitrión.
“Benne, eso me deja para mí el
hermoso Cerda Comepollas, no me desagrada. Así podré comprobar si es
cierto que es bueno chupando rabos”
En lo personal me encanta tu historia...me tiene enganchada desde hace un buen rato, pero hasta el momento no tuve oportunidad de escribirte algo. Para ser sinceros me encantaría que Saul disfrutara de esta experiencia...ya sabes, para que vea que no solo en la vida existe Ricky y que hay más de donde agarrar X3 eso le daría un no se que, que que se yo a la trama...aunque es solo una humilde opinión. Estaré esperando la continuación con ansias.
ResponderEliminarQuerida Nino,
ResponderEliminarMe ha hecho mucha gracia cuando he leído tu comentario, porque parece que hayas leído los capítulos de la serie de Ricky que tengo ya escritos y listos para colgar, porque precisamente Saul terminará disfrutando demasiado de la experiencia, y pasará por momentos de verdadera tensión sexual y romántica.
Espero que el resto de la serie te guste tanto como hasta ahora.
¡Un beso!