Aleksandr castiga duro a Claudio, para que lo reconozca de una vez como su Amo.
“Espero que hayas
aprendido la lección”
le dijo Aleksandr a Claudio, que estaba medio desmayado sobre la mesa “A partir de ahora me tratarás de usted. Yo
seré tu Amo y me obedecerás en todo lo que te ordene”
Pero a pesar de la terrible violación del que acababa de ser
víctima, el joven patricio no iba a dar su brazo a torcer tan fácilmente “Que…. Te… Jodan….” Susurró casi sin
fuerzas y sin aliento “Te mataré… Aleksandr….
Lo… Juro….”
Al oír esas palabras, el hombre de pelo castaño se sintió
lleno de ira y rencor. Ni con el culo destrozado Claudio quería comerse su
orgullo ¡¡Menudo gilipollas!! Pero él haría que el niño cambiara de opinión.
Conseguiría que estuviera lamiéndole los pies antes de que amaneciera.
“Tú lo has querido” le respondió Alek, y salió a paso
rápido en dirección a la habitación del crío, de donde cogió la misma vara con
la que Claudio había amenazado con sodomizarle. Le haría probar su propia
medicina, y lo haría de manera tan humillante y drástica, que Claudio solo
tendría dos opciones. Morir entre terribles dolores con su orgullo intacto, o
seguir viviendo convertido en la puta de Aleksandr.
El germano volvió sobre sus pasos, pero en vez de entrar en
la cocina, se dirigió al comedor. Allí observó detenidamente aquel objeto. Era
un largo y grueso consolador de madera, aunque no tenía la típica forma de rabo.
En uno de los lados, que era el más estrecho, pero aun así era más grande que
su propia polla, tenía engastado un cilindro de metal lleno de pinchos. El pedazo
de madera se iba ensanchando hacia el otro extremo, hasta llegar a tener el
doble de anchura que la zona metálica. Aleksandr alzó la mirada y observó en el
techo, para ver dónde había alguna viga que pudiera usar para sus propósitos.
Cuando la encontró, se situó debajo de la misma y empezó a golpear las baldosas
del suelo con la empuñadura de su espada. En seguida se rompieron por un lado.
Quitó los trozos más grandes, y hizo un agujero en la tierra que había debajo
con la punta de su espada.
Una vez tuvo todo preparado, entró en la cocina, donde
Claudio todavía se encontraba medio inconsciente, gimoteando por el dolor. Alek
golpeó fuerte la mesa con el extremo metálico de la maza, y el potente sonido
hizo que el menor abriese los ojos de golpe. Al encontrarse con aquel objeto
ante su cara se quedó pálido. No le hizo falta hacer preguntas para saber qué
sucedería a continuación.
“Veamos cuanto tardas
en suplicarme que, como tu Amo, tenga piedad de ti” le dijo Aleksandr. Claudio no
respondió nada, pero empezó a sentir un enorme pánico. ¡¡Ese bruto no podía
atravesarle con aquello!! ¡¡Iba a matarlo!!
Sin perder más tiempo, el germano soltó las ataduras del
joven patricio, y se lo llevó a rastras, cogido por el brazo, hacia el comedor,
con la maza y la cuerda en la otra mano. A su alrededor, los que habían sido
esclavos en aquella casa empezaban a poner orden, sacando fuera al patio los
cadáveres de los guardias asesinados, y limpiando el estropicio dentro.
Al joven rubio no le quedaban fuerzas para debatirse, así que
caminó como pudo siguiendo al bárbaro salvaje por la casa, hasta el comedor.
Sentía el culo ardiéndole, los intestinos hinchados y doloridos, y un fuerte
dolor en su ego herido. Pero su alma todavía no estaba vencida. Aún le quedaba
un mínimo de dignidad, y no pensaba rendirse ante ese animal, aunque le fuera
la vida en ello. La lástima para él era que Aleksandr no tenía pensado matarle,
sino provocarle tantísimo dolor manteniéndolo vivo, que no le quedaría más
remedio que rendirse por completo ante él.
“Este juego te va a
encantar, zorra”
empezó a decirle el germano cuando llegaron a su destino “Tú ibas a sodomizarme con ese palo ¿No es verdad? Pues ahora
comprobarás en tus propias carnes lo que querías hacerme sentir a mí”
Tal cual le dijo eso, tiró un extremo de la cuerda hacia el
techo, pasándola por encima de la viga, y sujetando bien uno de los lados, ató
las muñecas del menor juntas. Luego Alek metió de un fuerte golpe la vara
dentro del agujero que antes había hecho en el suelo, y el palo quedó
completamente en vertical, con el extremo metálico apuntando al techo.
“No funcionará… antes
muerto que convertirme… en tu esclavo” le dijo Claudio con su afónica voz, mientras observaba de
reojo los movimientos del contrario.
Pero Aleksandr se rio de aquel comentario “¡Jajajaja! ¡Ya veremos si eres capaz de
soportar más de un minuto este palo metido hasta el fondo de tu precioso culo
de puta!” fue la respuesta que le dio.
Acto seguido, el germano se quitó el cinturón y se lo puso al
que había sido su Amo en la cintura. De aquella manera tendría un punto de
sujeción adicional con el que conseguiría llevar a cabo aquella tortura con la
mayor precisión posible. El chiquillo de pelo rubio permanecía mudo y con el
cuerpo tembloroso. Sus preciosos orbes color miel estaban perdidos en algún
punto de la habitación.
“Ya está” dictaminó el mayor “Podemos empezar” añadió luego, y
utilizando ambas manos, tiró de la cuerda que había atado a las muñecas del
niño.
La cuerda se tensó, pasando por la viga del techo, y Claudio
notó como le obligaba a alzar sus manos por encima de su cabeza.
“Un poco más” dijo Aleksandr a continuación, y
volvió a tirar con fuerza de la cuerda, esta vez levantando al crío del suelo y
dejándolo alzado “Perfecto” susurró
al ver que el culo del chico quedaba situado justo encima del extremo metálico
del consolador de madera.
Aquella situación duro apenas unos segundos, instantes
durante los cuales el joven patricio tensó todos los músculos de su cuerpo y
cerró los ojos, previniendo el fuerte dolor que le vendría encima. Pero nada
podía prepararle para lo que sucedería a continuación.
Aleksandr mantuvo la cuerda tensa con una sola mano. El menor
tenía un cuerpo muy pequeño y no pesaba demasiado, y el hombretón estaba muy
acostumbrado a realizar duras tareas domésticas, además de ser un luchador
consumado. Así que tener que soportar el liviano peso de Claudio con un solo
brazo no le resultaba problemático. Con la mano que le quedaba libre agarró el
cinturón y se ayudó con él para terminar de situar el cuerpecito del menor en
el lugar correcto.
“¡¡AHORA!!” gritó Aleksandr, al tiempo que
soltaba de golpe la cuerda y guiaba con la mano en el cinto el cuerpo que caía
a peso.
“¡¡NOOOOOOOOOOO!! ¡¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!” gritó el menor, al sentir como aquel
enorme cilindro metálico, frio y lleno de púas se le quedaba clavado justo en
la entrada de su hasta hace poco virginal culo. La bola metálica era tan gorda
que no había podido metérsela en la primera embestida, y se había quedado
trabada, encajada de mala manera entre las nalgas del menor, dilatándole su
estrecho esfínter.
Aleksandr dejó el cuerpo del crío colgando de la cuerda y
caminó hasta situarse a la espalda del muchacho. Puso sus dos manos grandes,
manos de hombre fornido, en los muslos de Claudio y empezó a acariciarle allí.
Luego subió por sus costados
“Si quieres que termine
con esta tortura ya sabes lo que quiero oír” le dijo con tono amenazante con la boca pegada a su
oído “Suplícale a tu Amo que te perdone
la vida, y quizás me lo piense”
”¡¡NOOOOOO!!
¡¡WAAAAAAAAAAAAAH!! ¡¡QUITAMELOOOOOOO!! ¡¡ME DUELEEEEEEE!! ¡¡¡MALDITO
BASTARDOOOOOOOOOOOOOOO!!!” el pobre Claudio sentía un dolor tan intenso en su ano que pensaba que
se moriría allí mismo.
El hombretón germánico disfrutaba sádicamente de los gritos y
movimientos del chico, que en un vano intento de intentar sacarse aquel
puntiagudo y gruesísimo objeto de la entrada de su culo, meneaba las piernas
alzadas en el aire, casi como bailando.
“No lo dices bien,
escoria. Si quieres que te lo quite tendrás que decir “Por favor, Amo Aleksandr, quíteme ese palo del culo”” el mayor utilizaba un tono burlesco
con su enemigo, mientras se hinchaba de orgullo al ver a Claudio sufriendo
tanto.
“¡¡NO LO
HAREEEEEEEEEEEEEEEEEEE!! ¡¡¡JAMAAAAAAAAAAS!!!” gritó de manera tozuda Claudio.
Eso fue más de lo que la escasa paciencia del germano podía
soportar. Así que cogió a Claudio por las piernas, sujetándoselas bien
abiertas, lo alzó un par de palmos, separándole momentáneamente del terrible
instrumento de tortura sexual, y apenas el chico rubio había dado un suspiro
por creer que había conseguido vencer aquella batalla de egos, que Aleksandr
atacó de nuevo contra él, pero esta vez no se conformó con dejarle caer a peso
sobre el cilindro metálico puntiagudo, sino que además él mismo tiró del cuerpo
del patricio hacia abajo, obligándole con sus poderosos músculos a clavarse ese
palo entero del todo dentro.
“¡¡¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!!” gritó de manera terrible el menor,
al sentirse empalado por aquel gigantesco cilindro de metal lleno de púas.
El esclavo de pelo castaño había atinado con tanta puntería,
que el agujero posterior de Claudio golpeó con todo el peso de su propio cuerpo
contra el extremo de la vara donde estaba el cilindro de hierro con púas. En
condiciones normales habría resultado imposible que semejante artilugio le
cupiera dentro, habría rebotado contra su estrecho culo provocándole un fuerte
dolor y un hematoma, pero nada más. Pero Claudio había sido brutalmente violado
por Aleksandr hacía escasos minutos. Su estrecho culo recién desvirgado estaba
lubricado con la propia sangre del menor, Y se había dilatado lo suficiente como para que al sentir la presión de esa esfera de
hierro terminara cediendo, dejando pasar al monstruoso garrote, ahora sí
desgarrándole por completo sus paredes intestinales y provocándole un abundante
sangrado en su recto.
“¡¡¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!!
¡¡¡¡NOOOOOOOOOO!!!! ¡¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHGGGGGGGGGGG!!” Claudio pensaba que iba a morir de
verdad. Ahora sí que le había llegado la hora. El reguero de sangre que le
corría por entre las piernas era impresionante.
Pero Aleksandr, como si le hubiese leído el pensamiento le
dijo “No permitiré que mueras. Te empalaré
con este maldito trasto hasta que me supliques por tu vida. Serás mi puta. ¡O
te juro por todos los Dioses del Olimpo que te atravesaré entero con ese palo y
haré que te salga por la puta boca!”
En cuanto el germano hubo proferido la última amenaza, tiró
con todas sus ganas de la cuerda con la que sujetaba unidas las manos de
Claudio y alzó su cuerpo de un solo tirón. El grueso cilindro metálico se salió
del esfínter del menor con un chapoteo sangriento. Al patricio empezó a
temblarle sin control todo el cuerpo. Gruesas lágrimas de dolor caían por sus
níveas mejillas de púber. Sentía que le había sacado de sitio los hombros de la
fuerte sacudida que acababa de darle. Pero nada superaba el intensísimo daño
punzante y palpitante que le llegaba de su trasero. Su orgullo herido se
tambaleaba.
“¡Sigo sin oírte
suplicar, escoria!”
le gritó Aleksandr al menor.
Pero Claudio estaba como ido. Para su desgracia no se había
llegado a desmayar, pero no podía más con su alma. Aquella terrible tortura era
demasiado para él. No podía soportarla más. Aun así, un pequeño resquicio de
orgullo permanecía intacto en su interior, y le impedía abrir la boca y llamar
Amo a ese malnacido.
“¡¡Tú te lo has
buscado!!” bramó el
semental de ojos color azabache, y volvió a dejar caer a peso el cuerpo
maltrecho del que había sido su joven Amito.
“¡¡¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!!” Claudio soltó de repente un aullido
aterrador, al mismo tiempo que abría los ojos de par en par y notaba como su culo
se partía en dos, con ese pedazo enorme de hierro puntiagudo abriéndose paso
por sus entrañas. Y por fin se obró el milagro. Claudio se tragó el último
pedazo de orgullo que le quedaba intacto, y susurró con la voz rota por la
agonía
“Basta…. Haré lo que tú
me ordenes… pero no me hagas más daño… por favor…”
Aleksandr sonrió con sadismo. Por fin había conseguido
arrebatarle su orgullo a ese bastardo prepotente. Pero todavía no lo liberaría.
Claudio tendría que demostrarle que hablaba en serio. Así que el hombretón
germano se situó de nuevo delante del patricio y le dijo:
“¡Háblame de usted!” y PLASSS le soltó un guantazo con la manaza abierta que le giró la
cara.
El menor lamió la sangre que empezó a manar de su boca “Señor… por favor” suplicó en un
susurro.
Aleksandr se divertía de lo lindo viendo como el chico no se
atrevía ya ni a alzar su rostro para mirarle a la cara. Pero quería más.
“A partir de este
momento pasas a ser mi esclavo. Dejas de tener nombre y pasado. Te usaré como a
mí me plazca, y tú me lo agradecerás como la perra bastarda que eres. ¡¿Lo has
entendido, basura?!”
Claudio empezó a llorar de nuevo. Le ardía el culo, donde
todavía tenía insertado ese estúpido palo que él mismo había comprado para
torturar a su esclavo, y con el que Aleksandr finalmente le había terminado
torturando a él. Estaba derrotado y hundido en la miseria. Sólo deseaba que
todo aquello terminara pronto, y haría lo que fuera por conseguirlo.
“Si, Amo, lo he
entendido. Soy un perro. Basura. Gracias…” consiguió balbucear.
“Vas a tener que
convencerme, puta, porque no me creo ni una sola palabra” fue la respuesta del mayor.
Acto seguido el hombretón de pelo castaño ató la cuerda con
la que sujetaba unidas las manos del chico rubio, para que se quedara empalado
en aquella vara con extremo metálico, sin moverse, y dejándose así él mismo las
manos libres para actuar. Entonces le
quitó a Claudio el cinturón que le había puesto en la cadera y se lo cerró en
torno al cuello, sujetando uno de los extremos con su mano. Usó la otra mano
para dejar salir a la luz su monstruoso rabo.
“Chúpame la polla” le ordenó Alek con tono imperativo,
y mucho odio en su voz, al tiempo que empezaba a tirar del cinturón que le
había puesto a Claudio en el cuello, obligándole a bajar la cabeza si no quería
morir ahogado.
El joven patricio abrió sus labios, y a pesar del
tremendísimo asco que le daba tener que meterse el rabo de otro hombre entre
los labios, no lo pensó y lo hizo. Su boquita de niño era tan pequeña que
apenas le cabía dentro poco más que el glande, que era grueso como una manzana.
Pero Aleksandr no estaba satisfecho con aquello. Quería que Claudio se
comportase como una verdadera puta. Así que tiró del cinturón y ahogó más al
menor, dejándole sin aire.
“Quiero notar tu
campanilla en la punta de mi polla ¡Abre más los labios! ¡Y usa la lengua para
darme placer!” le
dijo el mayor, exigiéndole que le hiciera una gran mamada, más digna de una
prostituta de lujo que de un patricio de catorce años de edad, que en su vida
se había planteado que llegaría a tener la polla de uno de sus esclavos metidas
hasta el puto esófago.
Claudio intentó complacer a Aleksandr abriendo todavía más
los labios, pero sentía las comisuras de los mismos a punto de rajarse, era
imposible que los abriese más. Él mismo empujó su cabeza hacia delante para
procurar insertarse unos pocos centímetros más de aquel grueso pollón que le
llenaba la boca, pero era del todo imposible. No cabía ni una pizca más de
aquella dura y gruesa carne entre sus labios. Era físicamente imposible que el
glande llegara a tocar fondo.
Aleksandr se cansó pronto de ver los vanos intentos del menor
por intentar cumplir con sus órdenes, aunque le complació mucho que el crío por
lo menos lo pretendiera con todas sus fuerzas. Entonces le dijo, con voz muy
alta:
“¡Yo te enseñaré como
debes chuparle la polla a tu Amo!”
Y tal cual hubo dicho esto, el mayor empezó a bombear
salvajemente, follándose sin piedad la estrecha y pequeña boquita de Claudio.
El menor sentía que se moría. Con cada golpe de cadera que Aleksandr daba
contra su cara, por la brutalidad del golpe su cuerpo se veía impulsado hacia
atrás y hacia abajo, y su ano se desgarraba un poco más, cediendo ante el
avance lento pero inexorable de la terrible estaca que tenía empalada en el
ano, y que se ensanchaba a cada centímetro que se adentraba en su trasero.
Además de eso, los hombros le habían quedado en una postura muy forzada, y le
dolían con el balanceo. Su cuello estaba siendo estrangulado por el cinto. Y
ahora además tenía que soportar la violenta follada que Aleksandr le daba a su
boca. Los enormes y peludos huevos del germano rebotaban contra la parte baja
de su barbilla. Le ardían los labios de la feroz fricción contra la piel del
contrario. El menor había creído de verdad que era absurdo pensar que el enorme
pollón de Alek llegara a meterse más adentro de su boca, pero sí que lo hizo.
Vaya si lo hizo. Tras unos larguísimos minutos de crueles embestidas, el glande
del tamaño de una manzana golpeaba sistemáticamente el fondo de la garganta de
Claudio, más allá de su campanilla. Desde fuera se le veía el inicio del cuello
completamente deformado, como cuando una serpiente se traga entera una presa
más grande que ella. Ahora el chico tenía en su tráquea un pollón más grueso
que su pierna, frotándose de manera constante. El placer que estaba recibiendo
Aleksandr en ese momento, sintiendo la tráquea del menor presionándole la polla
de aquella manera era indescriptible. Casi tan bueno como había sido romperle
el culo. Por ese motivo el mayor no aguantó demasiado tiempo, y terminó
llenándole la garganta, el estómago, y la boca con una espesa y cálida corrida
que parecía no terminar nunca. Litros de amarga lechada llenaban al joven rubio
por dentro, en tanta cantidad que cuando Alek al fin decidió desincrustar su
poderosa polla del cuello del chico, éste terminó vomitando al suelo una buena
cantidad de la corrida de su Amo.
En ese momento Claudio se desmayó. Había llegado al límite de
su resistencia, física y mental.
A la mañana siguiente Claudio despertó de golpe de un sueño
que luego no recordaría, pero que sabía que había sido una pesadilla. Aunque el
verdadero mal sueño estaba por caerle encima. El menor se dio cuenta que estaba
tumbado en el duro suelo, de lado. Sin manta ni nada que le cubriese su cuerpo,
completamente desnudo. Le dolía a rabiar el culo, además del resto de su
cuerpo, que estaba lleno de moratones y cardenales. La comisura de la boca le
daba pinchazos. Estaba exhausto. Alguien había limpiado sus heridas. No era que
Aleksandr se preocupase por él, lo justo para no desear que pillara una
infección antes de poder disfrutar de su nueva puta esclava mucho más tiempo.
Evidentemente Claudio había quedado manchado de sangre, sudor, lágrimas,
excrementos y esperma, y Alek no pensaba acercarse a él hasta que estuviera
limpio, y digno para su nuevo Amo.
A penas Claudio acababa de abrir sus ojos, cuando notó un
fuerte tirón en el cuello. Mientras había permanecido desmayado alguien le
había puesto un pesado collar de hierro, unido a una cadena, que sostenía su
Amo entre las manos. Al ver a Aleksandr tumbado en la que hasta ese día había
sido su cama, completamente desnudo, con esa tremenda erección en su polla de
caballo, Claudio supo en seguida qué debía hacer. Se sentó de rodillas en el
suelo, y acercó su rostro al rabo del mayor.
“Amo, permítame darle
placer con mi sucia boca” le suplicó Claudio a Aleksandr, y el mayor pudo comprobar, con mucho
placer, que ya no quedaba nada de su orgullo de niño rico patricio. Así que le
respondió, sonriendo y muy complacido:
“Hazlo, puta. Pero acércate
más, que quiero ver cómo te ha quedado el culo” Aleksandr pensaba violar a Claudio
por su boca y por su culo cada mañana, cada mediodía, cada tarde, cada noche y
cada momento en que consiguiera mantener su polla hinchada y dura. Le llenaría
el cuerpo de tanto esperma que terminaría alimentándose solo con eso.
Convertiría a Claudio en un ser sin alma ni personalidad, un mero juguete
sexual con el que divertirse, y del que deshacerse cuando le viniera en gana.
FiN
Buenas noches Doncella Audaz,
ResponderEliminarHe comenzado por esta serie y debo decir que me ha gustado de principio a fin. Es cruel y etá llena de humillación, sobreto cuando se dan la vuelta las tornas. La dominación del final, para mí, es la más humillante, y por lo tanto la más atractiva, cuando Aleksandr consigue domar a quien había sido su Amo.
Un beso
Sobi lector
Querido untipicosobi, ya te respondí por privado, pero quiero dejar también constancia aquí que me ha encantado tu amable crítica sobre mis escritos. Y reitero lo dicho, creo que tu también tienes un enorme talento para escribir. Aquí tienes una lectora fiel para mucho tiempo ^^
ResponderEliminarUn beso.
La Doncella Audaz