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¿Dónde queda el «para siempre» que me prometiste? [OzxGilbert] Pandora Hearts HardYaoi

Este episodio transcurre al final del manga 65 (ojo ¡¡SPOILER!! si no lo has leído no sigas). Gil, herido de bala, tiene una visión en la que se entera que su amo no fue Jack, sino Glen. Oz, poseído por Jack, mata a Leo (que es la reencarnación de Glen)...





Vuelven a la mansión. Mientras Sharon le cura las heridas, Gil tiene un ataque de ira, y empieza a recriminar a gritos a Oz que haya matado al que fue su amo, justo ahora que acababa de enterarse de la verdad. Break, Sharon y Liam, allí presentes, empalidecen cuando Gilbert, completamente fuera de si, saca su arma y apunta al pecho de Oz. Pero, evidentemente, se le hace imposible apretar el gatillo. En cuanto su ira desaparece, la mano le empieza a temblar y deja caer el revólver al suelo.

«¿Pero qué he hecho, Dios mio, qué he hecho..?» dice Gil, enterrando su cara entre las manos, llorando desesperado.

Oz, que en ningún momento ha perdido la compostura, y se ha mantenido en silencio, soportando dignamente las recriminaciones de su sirviente, toma una determinación. Con gesto serio mira a Gilbert, y le dice:

«Acompáñame. Quiero hablar contigo a solas»

Oz sale por la puerta seguido por el cabizbajo Gilbert, que tras su momentáneo estallido de ira, ha vuelto a su estado normal, y se siente profundamente deprimido por su comportamiento, y desconcertado por la situación, porque Oz ha matado a Glen, el que fue su amo, y su mente le pide a gritos venganza, pero en su corazón sabe que jamás podría hacerle daño a Oz. Desde niños su joven amo ha sido para él un hermano, el mejor amigo, y hasta algo más... Gil sacude la cabeza, intentando alejar esos extraños pensamientos de su mente.

Al mirar alrededor ve que han salido de la casa, y están atravesando el jardín, en dirección a las caballerizas. Todo el camino andan en silencio. Al llegar a los establos, Oz abre la puerta y la aguanta para que entre su avergonzado sirviente, luego la cierra tras él, y empieza a hablar:

«Te has pasado de la ralla diciendo esas cosas de mí, Gilbert» éste baja la cabeza, con la mirada fija al suelo «Además, dime, ¿dónde queda el «para siempre» que me prometiste? Yo creía en ti. Y tu vas y me apuntas con tu pistola... ¿Qué ibas a hacer, Gil? ¡¿Ibas a matarme?!»

Gilbert empieza a llorar de nuevo. A pesar de que él es un hombre de 24 años y su amo esté encerrado en un cuerpo de niño, el aura de Oz, su enorme personalidad, le aplasta hasta hacerle sentir como una cucaracha inmunda.

«Lo siento, joven amo... no sé qué me pasó... me dejé llevar por la ira... perdóname por favor...»

Diciendo esto, Gil se arrodilla a los pies de su amo, suplicando entre sollozos que le perdone por su falta. Oz sonríe para sus adentros. Hacía mucho tiempo que esperaba tener una oportunidad como esta, y no la iba a dejar escapar...

«Ponte de pie, Gil, y quítate los pantalones»

Gilbert se sonroja al oír las duras palabras de su amo...

«... ¿Cómo?»

«Ya me has oído, y los calzoncillos también. Quédate solo con la camisa puesta»

Gil siente el rostro completamente encendido en llamas...

«... pero... amo...»

«¡No hay peros que valgan!» le responde muy seriamente Oz «O aceptas el castigo que tengo pensado darte, o te vas de mi casa, pero entonces no te quiero volver a ver nunca más.»

Las últimas palabras de Oz resuenan en la cabeza de Gilbert, son la peor sentencia que podía darle su amo «no te quiero volverle a ver NUNCA MÁs»... acorralado y sin otra opción que la de obedecer a su amo, se quita el cinturón, se baja los pantalones y, por último, se quita los calzoncillos. Oz le observa detenidamente, sin perder detalle, con una sonrisa maliciosa en la cara, recordando aquello que ocurrió hace poco más de diez años, el día del cumpleaños de su hermana, justo antes de que le enviaran al abismo....



** INICIO DEL FLASHBACK **

Es una noche tormentosa. Ha sido un día de celebraciones y Oz duerme apaciblemente en su habitación. Como otras tantas veces, el pequeño Gil entra corriendo en la habitación de su amo, y se mete, asustado por los truenos, bajo las sábanas. Abraza a Oz, que está tumbado de lado, por la espalda, pegando su pecho a ella. Oz se despierta y se da cuenta de lo que ocurre. sonríe y vuelve a cerrar los ojos. Casi estaba ya dormido cuando siente la pequeña mano de su sirviente bajando lentamente por su estómago, hasta llegar a acariciarle el miembro por encima del camisón.

Gil, creyendo que Oz está dormido, y no pudiendo contener más sus deseos indecorosos hacia él, baja la otra mano hasta lograr agarrar su propio pene, y así empieza a masturbarse, mientras con la otra mano toca con sumo cuidado el pene de su joven amo. Oz, que hasta ese momento no se le había pasado por la cabeza el hacer algo así con Gilbert, pero sabiendo que si ahora decía algo su amiguito moriría de vergüenza, y sintiendo, para su sorpresa, que empezaba a gustarle sentir el roce del pene de Gil en su trasero, se queda quieto y no hace nada. Finalmente Gilbert se corre, dejando todo el camisón manchado de su semen. Abraza a su querido amo, le da un beso de buenas noches en el cuello, y se duerme a su lado.

Desde aquel día Oz se había masturbado varias veces rememorando aquella noche, y quería repetir la experiencia. Quería sentir de nuevo ese gran placer. Pero no sabía cómo hacerlo. Si le decía la verdad a Gil seguro que lo haría encerrarse más en si mismo. Se sentía torpe como amo, y tenía mucho miedo de equivocarse y quedarse sin su amigo del alma. La persona más importante para él en este mundo.

Luego cayó al abismo. Y al volver, su pequeño Gil de había convertido en un apuesto hombre, que aún le atraía más que antes. Lo que Gil no sabía es que su joven amo ya no era ese niño frágil de antaño. Desde que hizo el pacto con B.Rabbit su alma empezó a corromperse. Y lo más importante, ya no sentía miedo por nada.


** FIN DEL FLASHBACK **



Oz se acerca al lado de Gilbert, recoge el cinturón que ha dejado tirado en el suelo, lo pasa por el cuello de su sirviente y lo ata, como si fuera un perro. Cogiendo el cinturón a modo de correa, lo guía hasta una banqueta donde hay puesta una silla de montar.

«Túmbate aquí, boca abajo» le dice Oz.

Gil obedece, sin rechistar. Ya se sentía avergonzado antes, pero este castigo parece excesivo, aunque bien mirado, su comportamiento de antes había sido terrible, y lo merece.

«Dame tus manos» le dice Oz, y aprovechando el trozo sobrante del cinturón que le ha atado al cuello, amarra sus muñecas juntas a la espalda, dejándole completamente inmóvil y a su merced. Oz se va a un rincón, coge una de las fustas de doma de caballos y vuelve al lado de Gilbert, que al verlo empieza a temblar de miedo, y suplica a su amo...

«Por favor Oz, perdóname, he sido un verdadero idiota, pero esto es demasiad...»

¡¡CHAS!! Oz da un golpe con la fusta contra una de las columnas, el chasquido de la madera resuena por toda la estancia.

«¡Cállate, sirviente estúpido! Ya te he dicho que la decisión de aceptar o no este castigo es cosa tuya. Pero tendrás que atenerte a las consecuencias»

... de nuevo las palabras dichas antes por Oz bailan en la mente del sirviente «no te quiero volverle a ver NUNCA MÁs»... Gilbert entiende que no tiene más remedio que aceptar sumisamente el castigo que le va a imponer su amo

«Si amo, tienes razón, perdóname.» dice Gil, bajando la cabeza y fijando la vista al suelo.

Oz se sitúa a la espalda de Gilbert, que está tumbado boca abajo atravesado en la silla de montar, desnudo de cintura para abajo, con el culo en pompa, y las manos atadas al cuello con el cinturón, de tal manera que el más leve movimiento hace que se ahogue.

¡ZAS! Oz da el primer azote en el culo de su sirviente. Gil cierra los ojos y procura no gritar.

¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! Oz se ensaña cada vez más, golpeándole más fuerte y más rápido. Unas finas lineas amoratadas empiezan a aparecer en la pálida piel de Gilbert.

¡ZAS! ¡ZAS! Otro golpe... y otro más... Oz no se detiene hasta que siente que realmente ha hecho pagar a su sirviente por su traición. Pero esto solo es el principio del castigo que Oz tiene pensado darle.

Sin previo aviso, Oz abre las nalgas de Gil y le introduce la lengua dentro de su orificio posterior... al sentirlo, el sirviente abre los ojos como platos y su cara se enciende, adoptando una tonalidad casi granate... no sabe qué hacer o decir... estaba preparado para soportar los azotes de su amo... pero esto es...

La lengua de Oz entra y sale de ano, lamiendo con deleite todo el perímetro que lo rodea, y hasta llegar a los huevos también... dos de sus dedos acompañan las lamidas, introduciéndose en el agujero ya lubricado con algo de dificultad. Esto es ya demasiado para Gil, que siente como su polla empieza a animarse, y se le va poniendo cada vez más dura por las caricias de su amo... hace acopio de valor, y dice, casi en susurros:

«Amo... para por favor... esto es demasiado vergonzoso para mi....»

Oz saca la lengua de su culo y se pone frente a Gil, se acuclilla, y mirándole fijamente, le responde:

«Dime con sinceridad, mirándome a los ojos, que no lo estabas deseando, y prometo que pararé en el acto. Serás libre de irte, ya has cumplido con tu castigo»

Gilbert se siente entre la espada y la pared. Hacía AÑOS que soñaba con tener una relación más estrecha... más física... con Oz... pero aun así... se siente intimidado... increíblemente avergonzado... pero no va a mentir a su amo... así que responde, con voz entrecortada, las mejillas encendidas de rubor, y sin poder separar la vista de esos ojos esmeralda que lo tienen atrapado:

«Si que lo deseaba, amo, pero...»

Gil no puede terminar la frase, pues Oz le ha agarrado por el cuello y le está dando un cálido beso. Sus lenguas juguetean. Gil siente el corazón latiéndole a mil por hora. Oz se separa, y mientras se baja los pantalones, dice:

«Abre la boca, duque de Nightray» éste así lo hace, y el joven amo empieza a meterle el rabo entre los labios. Gil se siente absolutamente superado por esta situación. Cierra los ojos y se dispone a hacerle a su amo la mejor mamada, a pesar de su miedo y sus nervios, no puede evitar estar disfrutando con esto... saber que ¡por fin! tiene el rabo de Oz en la boca hace que su cachondez crezca hasta límites insospechados. Su polla está tan dura como una piedra, aprisionada entre su cuerpo y la silla de montar en la que está tumbado.

Oz se pasa un buen rato disfrutando de la mamada de Gilbert, y antes de correrse, se para, y vuelve a ponerse tras Gil, que, como puede, gira la cabeza y mira con ojos aterrados a su amo.... Oz le dice, sonriente:

«Si gritas mucho te van a oír, y vendrán a ver qué pasa. Así que, por tu propio bien, más te vale que no armes mucho escándalo»

Y dicho esto, apunta su polla al agujero posterior del sirviente, y empieza a empujar con fuerza. Al principio le cuesta, pues es un agujero muy estrecho, y Gil está muy tenso, pero armado de paciencia, Oz va dando pequeños empujoncitos... tiene todo el tiempo del mundo, y realmente no quiere dañar a Gilbert, todo lo contrario, lo que quiere es que su sirviente disfrute tanto como él de esta fantástica experiencia. Lo agarra con fuerza por las caderas y termina de enterrar su rabo en el ano de Gilbert, que tiene los puños cerrados con fuerza, como sus ojos, y aprieta los dientes con fuerza. El dolor que siente es infernal. Siente el esfínter a punto de reventar con la polla de su amo metida hasta los huevos. Oz le acaricia la espalda y le susurra...

«¿Estás bien, Gilbert?»

Gil abre los ojos, gira un poco la cabeza y le dice:

«Si amo, duele, pero puedo soportarlo»

«Bien» dice Oz, y empieza a sacar su rabo del ano del sirviente. Antes de sacarlo del todo, vuelve a empujarlo dentro. Con lentitud... a fuera... y a dentro... una y otra vez... con el paso del tiempo Oz siente que Gil se relaja y le es mucho más sencillo empalarle... pone su mano bajo el cuerpo del sirviente, y le coge el rabo duro con la mano, para ir acompañando sus embestidas, que ahora son más rápidas, con los movimientos de su mano.

Gilbert ya no siente tanto dolor, sigue ahí, pero el placer que le llega en oleadas hace que casi lo olvide. Su amo le está masturbando... su amo está dentro de él... se lo está follando, como tantas veces había soñado... sus sueños prohibidos se hacen realidad... un gemido se le escapa...

«Aaaaaaah....»

Oz, al ver que Gilbert empieza a disfrutar con esto, aumenta el ritmo de sus embestidas, metiendo y sacando frenéticamente su polla del culo de él. Su mano lo acompaña, cada vez más fuerte... más rápido...

«Aaaaaaaaaaaaah....!!!! Amo.... ¡¡¡ME VOY A CORRER!!» grita Gilbert

Oz culea unas cuantas veces más, introduciéndole la polla hasta lo más profundo de su ser... cuando siente que la mano empieza a estar pringosa por la corrida del sirviente, se deja llevar, le clava el rabo hasta el fondo, y se corre copiosamente en las entrañas de Gilbert.

Cuando termina, se inclina sobre él y le da un beso en el cuello. Luego lo desata y le pide que se vista. Antes de volver a la mansión, Oz le da una última orden a su sirviente:

«A partir de hoy, cada noche, cuando todos se hayan ido a dormir, vendrás a mi habitación y te acostarás en la cama a mi lado... como aquel día... el cumpleaños de Ada... ¿lo recuerdas? porque para mí es como si hubiera pasado ayer... tu mano en mi polla... tu cálido semen mojando mi espalda»

Gilbert se queda sin palabras... él creía que su amo dormía, que no se había enterado de nada...

«Ya ves, Gilbert» sigue Oz «este castigo te lo has buscado tu mismo por tu comportamiento en el pasado. Nunca lo olvides, y menos conmigo. Todo acto tiene su consecuencia»

Dicho esto se va, dejando al pobre sirviente desconcertado, feliz y dolorido.


FiN.

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